El azabache es una variedad de carbón lignito, de color negro intenso, brillante, frágil y susceptible de ser pulido. Este carbón o madera fosilizada, es una mezcla heterogénea de material carbonáceo orgánico y materia minera, constituido principalmente por vitrinita, un maceral de aspecto vítreo procedente del tejido leñoso de las plantas.
De conformación compacta, suave al tacto, ligero y bastante duro (entre 3 y 4 en la escala de Mohs), tiene fractura concoidea y color de raya pardo oscuro. Arde produciendo mucho humo, despidiendo olor bituminoso y a veces fétido.
Su densidad oscila entre 1,2 y 1,3 gr/cm3. El azabache se forma a partir de madera fosilizada en presencia de agua. Observado al microscopio, el azabache sigue conservando su estructura vegetal.
Existen varios tipos de azabache, que difieren, sobretodo, en su dureza y brillo . Una hipótesis, apunta a que el azabache “duro” se formó en presencia de agua salada, mientras que el azabache más “blando” lo hizo en presencia de agua dulce.
Un ejemplo claro de azabache duro es el asturiano. Estudios recientes llevados a cabo por la Universidad de Oviedo, demuestran que el azabache asturiano procede de una familia de árboles jurásicos, las protopináceas, además de las araucarias, extinguidas hace 65 millones de años.
Este azabache más duro es utilizado en joyería y posee mayor valor comercial, por su calidad, brillo y mayor durabilidad.
Al azabache, se le han atribuido poderes y propiedades mágicas y protectoras, además de medicinales y quirománticas desde la antiguedad.
A partir del siglo XI ha estado ligado a la peregrinación y al camino de Santiago de Compostela, con sucesivas épocas de esplendor y de declive de su artesanía. Actualmente, se sigue trabajando en Galicia y en Asturias, si bien de forma artesanal, aplicando modernas técnicas y diseños de la joyería moderna, dando como resultado piezas de gran atractivo, únicas y singulares.